Una Cita
Cecilia vio cuando Rodrigo se acercaba a la mesa. Estaba tan ansiosa por la cita que había llegado 10 diez minutos antes de lo acordado, pero eso no interesaba, esos ojos verdes que había observado a través de los selfies que él le mandaba, desde hace dos semanas, valían totalmente la espera. Y si él hubiera llegado tarde, sabría que lo habría esperado todo el tiempo necesario, porque esos ojos... ''Esos ojos son perfectos, verdes y cálidos como el césped de un campo veraniego'', pensó.
Por fin, él llegó. Alto, cabello castaño ondulado, cuerpo digno de admirar y una sonrisa de campeonato.
- Hola Ceci, ¿no hay problema si te llamo así, no? Siento que ya estamos en confianza.- le dijo Rodrigo, mientras se sentaba.
Cecilia no sabía que decir, esos ojos eran aún más impresionantes de cerca. ''Tienes que mantener la calma, Cecilia. Sabes a lo que has venido, solo es algo de una noche''.
- ¡Claro, Rodrigo! No hay problema, puedes llamarme como gustes.- le dijo ella de manera provocativa.
Observó como él sonreía ante este comentario y se inclinaba para tomarla de la mano.
- Eres muy hermosa, ¿sabes? Nunca pensé que una mujer como tú aceptaría una cita con un simple mortal como yo.- le comentó riéndose.
Ella sonrío ante este comentario, pero en el fondo estaba harta del ''clásico coqueteo''. Sabía que era bonita, después de todo tenía espejos en casa, sin embargo, tenía que agradarle para lograr su propósito.
- ¡Muchas gracias! Puedo decir lo mismo de ti, me encanta el color de tus ojos.
''No demuestres emoción Cecilia, no se vaya a espantar como el anterior''.
- ¿Qué te parece si pedimos algo para comer y nos conocemos un poco más? Me encantaría saber todo de ti, hasta tus secretos más profundos.- comentó Rodrigo, enseñando una sonrisa perfectamente encantadora.
- Oh, me gusta ser un libro abierto ¿sabes? Aunque, podríamos dejar un poco de misterio y conocernos más a profundidad en mi departamento, después de la cena, claro está.- decía ella, a medida que le rozaba la pierna por debajo de la mesa y le guiñaba un ojo.
Ordenaron los platos y conversaron, así ella descubrió que Rodrigo no tenía hijos, vivía solo y era contador.
''Uno más del montón, parecen todos cortados por la misma tijera'', pensó. ''Pero muy pronto tendré a mi hombre perfecto, yo lo sé.''
***
Luego de la cena, fueron al departamento de Cecilia. Todo estaba perfectamente listo para esa noche, el vino esperando en la nevera, la música suave que los recibiría al entrar y el guardia de seguridad que fingiria no haberla visto esa noche.
- ¡Tienes un departamento genial!.- comentó él.
- Lo sé, ponte cómodo. Traeré el vino de la cocina.
Cecilia fue por lo que necesitaba, cerró levemente las cortinas y se acercó al sofá donde Rodrigo se encontraba sentado.
- ¿Quieres brindar conmigo, guapo? Es de los mejores.- le decía mientras servía el líquido en los vasos.
Hicieron el brindis respectivo y Rodrigo se le acercó suavemente.
- ¿Sabes que he deseado estar a solas contigo desde que te vi? Me pareces una mujer despampanante, ¿cómo es posible que estés soltera?
- Oh bueno, mi psiquiatra dice que debo evitar todo contacto humano, puedo ser muy peligrosa si no tomo la medicación a tiempo.
Observó como la miraba, evaluando si era una broma o no ese comentario.
- Relájate, solo te estoy tomando el pelo. ¿O acaso crees que estoy loca?.- le decía mientras se bajaba lentamente la cremallera del vestido.
- No lo creo, pero si es posible que alguien se vuelva loco por ti. ¿Puedo?
Cecilia, en ropa interior, permitió que Rodrigo la tocara, que sus labios recorrieran su cuerpo entero, permitió la exploración total de su cuerpo sin reservas.
- Quiero hacerte mía, desde aquella noche que te vi, en esa calle. Tus curvas me vuelven loco, eres mucho mejor de lo que imaginé, eres como un sueño hecho realidad.
- Y tú, muy pronto, formarás parte del mío.- le decía ella, mientras sacaba la navaja que escondía siempre en el cojín.
Le rebanó la garganta con un corte limpio, la sangre salió a borbotones, pero ella estaba preparada. Dejó que el cuerpo del idiota de turno terminará de sangrar y retiró los ojos de ese rostro tan inútil para ella.
Fue a la cocina y lavó cuidadosamente las cuencas oculares, con especial cariño. ''Desde que los vi, mis pequeños, supe que eran ideales. Los ojos perfectos, iguales a los del él.''
Los dejó en un lugar reservado para ellos y fue a su dormitorio, mientras se cambiaba de ropa, se veía en el espejo.
''Esta noche lograré volver a verlo, después de años de espera, podré tener entre mis brazos a Thomas otra vez, podré besar sus labios y él me mirará con esos ojos verdes y cálidos y me rodeará entre sus brazos y dirá que siempre fui el amor de su vida''
Salió del cuarto donde se encontraba, miró con desdén el cuerpo sangrante que yacía en el piso de su sala, tomó su bien más preciado y se dirigió al cuarto de huéspedes.
Allí en la cama, tendidos con especial esmero, estaban partes desmembradas que formaban un cuerpo humano.
Cecilia se acercó y colocó con amor, esos ojos verdes que había esperado por mucho tiempo.
- Por fin estamos juntos, mi amor. Tuve que esperar semanas, para conseguir unos ojos iguales a los tuyos, ¡pero lo conseguí! Y ahora podremos estar juntos, ¿cierto? Ahora ya no te irás de mi lado y no me engañarás con la primera zorra que se te cruce en el camino, ¿verdad, cariño?. Sé que me perdonas por haberte hecho daño esa noche, pero no medí mis fuerzas. Sabes como me pongo cuando no tomo mis pastillas, ¿es verdad que me perdonas, mi vida? Te amo y soy capaz de cualquier cosa por ti.
***
Hace unos meses que me encuentro haciendo mis prácticas en el hospital psiquiatrico, he encontrado casos muy interesantes. Claro que nada se compara al caso de Cecilia Hernández, la loca esa que mataba hombres para desmembrarlos.
¿Acaso no sabes quién es? ¿En donde has estado este año? La policía descubrió los múltiples asesinatos cuando los vecinos del edificio se quejaron de un olor nauseabundo proveniente de uno de los departamentos. Allanaron la morada y descubrieron partes de cadáveres que formaban un solo cuerpo y allí, se encontraba Cecilia, cenando con tremenda monstruosidad, feliz.
Fue condenada a 20 años en prisión, pero luego de un exhaustivo análisis psicológico, fue derivada aquí. ¿Deseas verla? No hay problema, solo no cedas a sus engaños, eres hombre, después de todo.
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