Volvoreta

 Tu calor me brinda paz. Y al fundirme en un abrazo tuyo, me siento segura y no  existe lo malo. Estoy a salvo de mis inseguridades, mis malas decisiones y mi escudo protector. Puedo ser yo. Y te muestras, tal y como eres, ante mí. Sin remilgos ni caprichos. Me llenas de besos y palabras hermosas, sólo para demostrar lo mucho que me quieres. Y ¿sabes algo? Ya eres parte de mí.

 Heme aquí, apostándole al amor de nuevo. ¿Que si tengo miedo? Por supuesto, soy humana y he perdido antes. Sin embargo, aquí hay algo distinto. Huele y sabe diferente. Aún no estoy segura de lo que es y estoy curiosa por saber qué me depara esta nueva historia. Así que, allí vamos, estoy dispuesta a apostar todas mis fichas a mi número ganador. Sé que saldré victoriosa.

 Cecilia vio cuando Rodrigo se acercaba a la mesa. Estaba tan ansiosa por la cita que había llegado 10 diez minutos antes de lo acordado, pero eso no interesaba, esos ojos verdes que había observado a través de los selfies que él le mandaba, desde hace dos semanas, valían totalmente la espera. Y si él hubiera llegado tarde, sabría que lo habría esperado todo el tiempo necesario, porque esos ojos... ''Esos ojos son perfectos, verdes y cálidos como el césped de un campo veraniego'', pensó.  Por fin, él llegó. Alto, cabello castaño ondulado, cuerpo digno de admirar y una sonrisa de campeonato. - Hola Ceci, ¿no hay problema si te llamo así, no? Siento que ya estamos en confianza.- le dijo Rodrigo, mientras se sentaba.  Cecilia no sabía que decir, esos ojos eran aún más impresionantes de cerca. ''Tienes que mantener la calma, Cecilia. Sabes a lo que has venido, solo es algo de una noche''. - ¡Claro, Rodrigo! No hay problema, puedes llamarme como gustes.- le d...

 Soy una cáscara vacía, todo lo que tenía dentro se esfumó. No hay nada más y me siento muerta, como si no existiera. ¿Hay alguien a quien le podría interesar mi presencia? Siento que podría matarme de mil maneras y solo sería un cuerpo sangrante que habría que limpiar.

Me siento muy sola. ¿Hay alguien ahí para mí? ¿Hay alguien ahí esperando a que aparezca en su vida? Pero eso, en realidad, no me importa. La soledad está tan presente en mí que me acompaña a todos lados, adherida con firmeza a mi corazón y mi cabeza.